Rescatando sabores ancestrales
Paula Marcela Moreno - Ministra de Cultura
La cocina tradicional colombiana es mucho más que los deliciosos y renombrados ajiaco, sancocho y bandeja paisa. Es toda una serie de platos paradójicamente poco conocidos entre una región y otra, cuyos orígenes se remontan siglos atrás, como el Tamal de Piangua, el Arroz de Warepo, la Sopa de Candia, el Pirarucú Moquiado con salsa de Tucupí y frutos de la Chagra, o un buen plato de Arroz de Piacuil acompañado de jugo de Naidí como el que prepara Vanessa Solís a la manera de sus ancestros.
Todos aprendimos a cocinar viendo a mi mamá, que preparaba Birimbí, Tapao, Sudado de Piangua, chocolate de la costa o chocolate de palo con coco, arroces atollados, camarón, jaiba y Muchillá (pescado de agua dulce). Cuando vivíamos en El Naranjo ella hacía también Sopa de Sábalo, Mojarra y Sancocho de Conejo, que se preparaba con un conejo de monte de color café que es muy diferente al que se conoce en el resto del país.
Esa era la única carne que había allá, lo demás era todo de mar. En mi casa se hacían reuniones de la familia, y la comida era muy importante. Para ocasiones especiales mi mamá preparaba tortuga y los domingos hacía Trompezón, que es un dulce de arroz con Birimbí o leche de maíz, receta de la familia. Todos 'trompezábamos' el domingo -dice riendo- como le decimos nosotros a lo que es preparar y comer 'Trompezón'".
Como decía el antropólogo norteamericano Marvin Harris, "la comida debe alimentar primero la mente colectiva antes de pasar a un estómago vacío", y así podría resumirse el propósito del Ministerio con este Premio: perpetuar los imaginarios que sintetizan los alimentos, sensibilizando e ilustrando al país sobre sus tesoros culinarios.
"Lo que queremos -explica la Ministra de Cultura, Paula Marcela Moreno-, es rescatar las cocinas tradicionales como uno de los patrimonios más importantes de la Nación, ya que a través de nuestra gastronomía, de nuestros sabores, nos reconocemos como un país pluriétnico y multicultural y perpetuamos esa riqueza natural y cultural de la Nación al indagar en las tradiciones de los pueblos indígenas y gitanos, de las comunidades afrocolombianas y mestizas".
Vanessa Solís y su madre representan esa tradición que está saliendo a la luz desde las regiones más apartadas de Colombia. La de los saberes y sabores que se remontan siglos atrás y que por ser transmitidos de generación en generación constituyen la verdadera y poco conocida gastronomía típica. Ellas son 'portadoras de tradición' que preparan como pocas los platos de raíz y ancestro, propios en su caso de la región Pacífica, que son parte de los valores más preciados de la identidad gastronómica colombiana.