La política de expulsión de gitanos rumanos impulsada a finales de este verano por el presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha encontrado un inesperado y polémico eco en La Arboleda, donde desde hace año y medio vecinos de este barrio de la localidad vizcaína de Trapagaran mantienen un contencioso con el Gobierno vasco por el realojo en una vivienda protegida de una familia de etnia gitana originaria de Sestao. Unos carteles en los que se aplauden las duras políticas de inmigración del Ejecutivo galo han encendido de nuevo la mecha de la polémica entre los residentes y aquellos que defienden los derechos civiles de la familia. Iniciativa Gitana ha llevado el asunto a los tribunales.

 

«Sí, sí, sí, que venga Sarkozy» es el lema de la pancarta que luce desde la semana pasada en uno de los setos que rodea la casa donde, desde mayo de 2009, viven el matrimonio gitano y sus cinco hijos, todos menores de edad. Pero no es la primera vez que aparecen consignas contra ellos. De hecho, lemas como 'La Arboleda en peligro', 'Defiende La Arboleda' o 'Ayuntamiento Solución' saludan desde hace tiempo al visitante de este antiguo poblado minero, donde sus 300 vecinos han conformado una desigual piña ante la familia de etnia gitana: mientras un sector se muestra indiferente, otros mantienen una protesta alargada en el tiempo que todas las semanas se alimenta con encarteladas, concentraciones y marchas.

 

La referencia directa a la mano dura de Sarkozy ha colmado la paciencia de la asociación vasca Iniciativa Gitana, que trabaja desde hace años para el desarrollo de la comunidad calé en Euskadi. Ya esta organización hizo público a principios del mes pasado su solidaridad con los expulsados franceses, mostrando su «profundo rechazo» y concentrándose frente al Consulado del país vecino en Bilbao bajo el lema 'No al racismo ni a la xenofobia, el mundo es de todos'. Para Iniciativa Gitana es algo «totalmente increíble que un presidente de ascendencia judía decida aplicar ahora las políticas de persecución que sufrieron sus antepasados», explicaron entonces. Una condena frontal que esconde uno de sus grandes miedos: el contagio de tales políticas al otro lado de los Pirineos y el eco que pueden encontrar entre una población sumida en unos alarmantes índices de paro. De hecho, la ofensiva pancarta de La Arboleda ha reabierto una vieja herida.

 

Fue precisamente la asociación la que dio cuenta a finales de la semana pasada de que la pancarta había sido colocada, junto a muchas otras en las que se alude al Ayuntamiento y al rechazo general del pueblo, según los vecinos, muy cerca del domicilio de la familia repudiada. Un eslabón más en los repetidos episodios de hostigamiento desde su llegada a su nuevo hogar, que se produjo bajo la protección de la Ertzaintza ante los insultos y amenazas de los vecinos. 'La Arboleda no os quiere', que flamea también en las inmediaciones, podría resumir el sentir de este sector de la población, que contempla la definitiva expulsión de la familia gitana como única solución al conflicto.

 

 

El Consistorio de Trapagaran reconoce que ha entrado un escrito en el registro oficial procedente de la asociación, aunque afirma desconocer «si es simplemente una queja o una denuncia». En cualquier caso, y como es habitual desde el inicio del conflicto, la institución local se niega a intervenir ordenando, por ejemplo, la retirada de la pancarta. «Como también hay frases aludiendo al Ayuntamiento no queremos que piensen que lo hacemos sólo por defendernos», explica la teniente de alcalde, Pilar Souto. La edil socialista asegura que el equipo de Gobierno está tramitando una ordenanza para que tanto pancartas como pasquines desaparezcan pronto de las paredes del municipio, pero aún se encuentra en sus primeras fases de tramitación.