España

Referente gitano en el campus

Irene Jiménez, la segunda gitana gallega que obtuvo una titulación universitaria narra las dificultades para acceder a la facultad de un colectivo que, en el 80% de los casos, no termina Secundaria

 

Irene Jiménez

  Por: Ana Ramil - La Coruña 07/04/2009

Apenas superan la media docena en toda Galicia porque el 80% de este colectivo abandona su formación académica en Secundaria. Los universitarios gitanos todavía son una excepción porque las presiones familiares hacen que muchos dejen el instituto para trabajar. La cuestión se complica en el caso de las mujeres, a las que se las aboca a cuidar la casa o formar una familia. Por ello, Irene Jiménez se muestra orgullosa de ser la segunda gitana diplomada de Galicia. Un logro que debe, según asegura, al apoyo de sus padres

Ser mujer, gitana y universitaria es todavía un hecho excepcional en la Galicia del siglo XXI. En un colectivo donde la mayoría de las chicas abandona sus estudios al terminar Educación Primaria y el 80% de quienes se matriculan en Secundaria no consigue graduarse -según el informe El acceso del alumnado gitano a la enseñanza secundaria de la Fundación Secretariado Gitano-, alzarse con una licenciatura precisa de más esfuerzo y motivación de lo habitual. A nivel gallego no hay estadísticas sobre los estudiantes universitarios porque apenas superan la media docena. Irene Jiménez es una de ellas. La segunda gitana gallega que logró licenciarse -sólo por detrás de su hermana mayor- reconoce que nunca lo habría logrado sin el apoyo de su familia.
 
Escolarizada tan sólo desde los nueve años, Irene es ahora diplomada en Magisterio de Primaria y trabaja como mediadora en la sede lucense de la Fundación. Sus inicios en el colegio fueron, como en la mayor parte de los gitanos, complicados. "De pequeña vivía entre Ourense y Lugo, en chabolas que no tenían ni agua, ni luz eléctrica y aunque era muy difícil ir al colegio, una señora venía a darnos clase. Además, mis hermanos y yo asistimos a las escuelas-puente que se crearon para el colectivo gitano", señala esta joven de 30 años, quien añade: "Empecé a ir a la escuela de forma regular con nueve años, ya sabía leer y escribir, pero como no tenía el nivel suficiente tuve que entrar en 1º de EGB". A partir de ahí su vida estudiantil transcurre de forma similar a la de los payos. Del colegio pasa al instituto -algo que en Galicia sólo logra el 40% de gitanos, según los últimos datos de la Xunta correspondientes al 2005- y con la motivación de su hermana, que estudió Trabajo Social, llega a la universidad.
 
Su caso es excepcional porque a su etnia hay que unir el hecho de ser mujer. "Para las gitanas no es nada fácil seguir estudiando porque al llegar a la adolescencia muchas familias consideran que ya es edad de que las chicas se dediquen a ayudar en casa, a conocer a alguien para formar una familia...", indica Irene. Los datos le dan la razón. El el último informe de Secretariado Gitano sobre la escolarización de este colectivo revela que el 60,7% de los matriculados en 1º de ESO son varones, frente al 39,3% de chicas. Ellas tienen más difícil acceder a la Educación Secundaria pero quienes lo logran obtienen mejores resultados que sus compañeros y abandonan más tarde sus estudios: en 4º de ESO, el porcentaje de chicas casi dobla al de chicos.
 
La clave del éxito de Irene y su hermana radica en la familia. "Desde el principio tuvimos el apoyo de nuestros padres que nos animaron a seguir. No había ningún referente a nivel gallego pero nos ayudó el saber que nuestra madre estudió hasta la reválida, lo que ahora equivaldría a casi terminar Secundaria", indica. "Para mí es todo un orgullo haber sacado una diplomatura", añade.
 
La familia es, para los asistentes sociales y mediadores que trabajan con el colectivo gitano, la principal responsable de que un niño consiga terminar sus formación o no. "Las cosas están cambiando y cada vez hay más gitanos matriculados en Secundaria", señala el director de Secretariado Gitano en Galicia, Santiago González. El problema está en la elevada tasa de abandono, que a nivel estatal llega al 80%. "La mayoría lo deja entre el primer y el segundo curso por petición de los propios padres. Es frecuente que la familias quieran que estudien Primaria pero después ven que sus hijos ya tienen más formación que la que obtuvieron ellos, cuentan con conocimientos básicos y consideran que no vale la pena que sigan estudiando", indica González y resalta: "Existe una desmotivación entre este colectivo porque creen que más tiempo formándose no se va a traducir en mejoras laborales".
 
Para evitar estas situaciones y formentar la plena escolarización del colectivo gitano, González y su equipo imparten charlas por toda la comunidad para concienciar a las familias de la importancia de contar con unos estudios básicos.
 
A la desmotivación por estudiar que llega desde casa, los estudiantes gitanos tienen que sumar, muchas veces, el hecho de sentirse discriminados en las aulas. "Normalmente en Primaria no pasa nada pero en ESO tienen más problemas para integrarse porque suelen faltar mucho a clase", señala Santiago González. Los propios gitanos denuncian que las dificultades llegan también de la mano de los profesores. "Yo no tuve ningún problema porque no tengo rasgos propios de gitana como la piel morena pero mi hermana sí sufrió la discriminación de algunos docentes o al ir a comprar una vivienda", señala Irene Jiménez, un referente para todas las gitanas gallegas.
 

Fuente: laopinioncoruña.es

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